domingo, 28 de julio de 2019

Seyens: Stern| Capítulo 24 (Actualizado el 08 del 08 del 2019)

Os dejo el capítulo, a partir de este ya no habrá dos o tres capítulos de Víctor y, o Anne seguidos, sino que irá a saltos de un terreno a otro. Me es más sencillo para coordinar la historia de esta "segunda parte", cuando todo se entrama. :D

Seyens: 1ª parte Stern

Víctor
24

La tarde de un sábado caía sobre Stern, mientras Víctor se hallaba sentado en un banco, observando desde allí las calles aparentemente tranquilas, que rodeaban el parque en el que se hallaba; mientras a su lado Dave leía el periódico, esperando a que Gerard saliese de trabajar para reunirse con ellos.

Había parado de llover hace unas pocas horas y el cielo había comenzado a despejarse, hecho que Víctor había aprovechado para salir; disfrutar del aire fresco y de la agradable compañía de sus dos mejores amigos, Dave, que también era su vecino y Gerard. Últimamente la situación había mejorado un poco desde que él actuaba en la ciudad y a la par que él había progresado, de tal modo que ahora se sentía más que preparado para afrontar lo que fuera que le esperaba.

No muy lejos de allí, Víctor pudo ver que Cedric y Layla hablaban, pero apenas les prestó atención. Sus celos habían pasado hace tiempo, ya que, por medio de las pocas veces que, sin querer o queriendo, había observado los pensamientos de Layla sabía de sobra que Layla no quería a Cedric y que a una palabra suya Cedric y Layla dejarían de verse. Pero no le interesaba alejar a la chica de sus amistades, del mismo modo que ella no lo alejaba de las suyas.

Dave paró de leer con aire alicaído; al verle Victor se preocupó, pero pasó de mirarle la mente. Desde que sabía controlar sus poderes se había prometido a sí mismo no mirar mucho la mente de sus amigos y, o, conocidos porque lo cierto es que para él era como si estuviera violando su intimidad. Y eso no estaba bien.

—¿Quién ha muerto esta vez? —preguntó Víctor, achacando el repentino cambio de estado de ánimo de su amigo a alguna muerte (más bien asesinato) importante.

—Alva, era una amiga de la familia —informó Dave. Tan pronto como este pronunció el nombre Víctor tuvo una sensación familiar, como si ya conociera a esa persona, más se convenció a sí mismo de que no era posible; ya que podían existir varias personas con el mismo nombre. Sí, seguramente no era más que una coincidencia.

—Lo siento —dijo Víctor.

—No te preocupes, tampoco es que nos viéramos mucho desde la muerte de mi madre —lo tranquilizó Dave. Víctor no se sorprendió de oír aquello último, pues sabía que la madre de Dave había muerto hace años de una enfermedad incurable, al igual que la suya años atrás, cuando él aún no vivía en Stern.

Víctor tendió la mano al mismo tiempo que le preguntó a Dave:

—¿Puedo? —demostrando con ese gesto su interés por saber más sobre ese asesinato que parecía haber entristecido a su amigo.

—Sí, claro —contestó Dave, pasándole el periódico. —Oye Víctor ¿Te ocurrió algo con Simeón? — preguntó.

—No, nada —contestó automáticamente Víctor, pero cualquier cosa que pudiera decir para reforzar su negación y hacerla convincente se perdió al leer la descripción de la chica asesinada.

Esta había sido desangrada, pero apenas había rastro de sangre en el lugar a excepción de un poco que quedaba en una herida, muy parecida a la que dejarían unos colmillos, en su cuello, y era como si le hubieran extraído toda la sangre por allí. Para la mayor parte de la gente esta era una muerte extraña más pero para Víctor era la obra de un vampiro.

Sin embargo, eso no fue lo único que le llamó la atención; allí describían a la chica como alta, de cabello castaño desvaído y ojos pardos y profundos; al verlo entendió la aflicción de Dave. Esa chica, Alva, Víctor también la conocía. La chica era bastante conocida en la ciudad y a menudo la había visto y saludado, aunque quién mejor la conocía era Dave, por eso estaba más afectado. La ira comenzó a crecer en el interior de Víctor de una forma rápida e increíble. Odiaba los crímenes, odiaba a aquellas criaturas, pero lo que más odiaba era cuando éstas mataban a conocidos, amigos, u otra gente cercana a él. Si no fuera por Dave ahora mismo habría apretado los puños, demostrando claramente sus sentimientos.

Justo en ese instante Gerard llegó y dijo, contestando a Dave, ya que había oído la pregunta y además Dave había fruncido el ceño al oír a Víctor, como si no lo creyese.

—Que su hermano es un delincuente; eso es lo que ocurre —justo en ese momento Víctor dejó el periódico. A Gerard le había parecido ver ira en su rostro, pero no se preocupó, a él tampoco le gustaban los asesinatos.

—Según tengo entendido, Semil pagó sus deudas con la justicia hace ya cinco años y desde entonces no ha hecho nada malvado. Solo está aquí por la boda de Simeón —argumentó Dave. Gerard puso los ojos en blanco, la versión que le habían contado era bien distinta; según él alguien influyente en Berlín había liberado a Semil de la cárcel, o eso era lo que se rumoreaba. Y si bien era cierto que desde entonces no se había descubierto su implicación en ningún crimen en Berlín, eso no tenía que significar a la fuerza que no había hecho nada. Es decir, ¿de verdad podía un delincuente volverse bueno de la noche a la mañana? Gerard no lo creía. Entonces advirtió que Víctor lo miraba y cambió su expresión.

Víctor observó sin decir nada a Gerard, le llamó la atención que pusiera los ojos en blanco de aquella manera, como si en realidad pensase que Semil no se había vuelto bueno nunca. Intrigado, le echó un vistazo a sus pensamientos y no pudo evitar sorprenderse. Su amigo era muy inteligente e intuitivo. Ni siquiera sabía lo que ocurría en realidad y ya sacaba algunas buenas conclusiones. Otra vez se preocupó por él, últimamente los licántropos habían intentado matarle en alguna que otra ocasión, por lo poco que sabía, y si no fuera por su protección lo habrían conseguido.

Por eso le preocupaba Gerard últimamente, los descubrimientos de este amenazaban con descubrirlo todo. Se estaba implicando demasiado, averiguando muchas cosas que no debería de saber y eso le traería problemas.

—Lo que tú digas —dijo Gerard, irónico —. En serio, ¿no os parece que desde que vino Semil, Simeón apenas nos habla? —siguió.

—¡¿Ahora resulta que va a ser él, el que tiene la culpa?! —replicó Dave.

—¡Paz! —solicitó Víctor, interviniendo en esta discusión, aparentemente, sin sentido —. Dave, entre yo y Simeón no pasó nada. Simeón está en trámites de casarse y los preparativos y nervios del enlace lo mantendrán muy ocupado y en cuanto a la… Cercanía de su hermano, esta no es diferente de la de siempre. La relación entre Simeón y su hermano siempre ha sido de envidiar —siguió, intentando convencerse a sí mismo. No hace mucho, más bien desde aquella noche en que lo había descubierto hablando con su hermano, Simeón se había ido alejado progresivamente de tal modo que, hoy en día y a pesar de que solo faltaba una semana y media para la boda de su amigo; este apenas le hablaba. No entendía muy bien lo que había pasado, pero esperaba que no fuese nada más que el estrés de la boda que lo hacía alejarse de todos. No quería perderlo.

—Es cierto, no conozco a dos hermanos que se lleven mejor. Se rumorea que Candel tiene uno, pero apenas se tratan como tal y en cuanto a tú y Giovanna decir que os llevabais ya era demasiado —comentó Gerard, finalmente, y se río por lo bajo, lo cual hizo a Víctor sonreír. No le faltaba razón, él y su hermana no se llevaban muy bien. Cuando Víctor era pequeño aún jugaban juntos y eso, pero luego tanto él cómo Giovanna se hicieron mayores y cambiaron demasiado para soportarse. Eran completamente diferentes y opuestos, y se pasaban el tiempo evitándose porque a cada encuentro no podían evitar discutir.

De hecho, había sido su última discusión la que había provocado la transformación en lobo de ella y el ataque que terminó estropeando la convivencia relativamente pacífica que tenían. Giovanna, al darse cuenta de lo que había hecho, se arrepintió y partió, argumentando que era demasiado peligroso que siguieran viviendo en el mismo techo. Desde entonces no la había vuelto a ver.

—¿Hablando de Giovanna sigues sin recibir novedades de ella? —preguntó Dave.

—Sí, sigo sin recibir novedades pero sé que está bien y eso me basta —contestó Víctor.

—¿Y no la echas de menos? —preguntó entonces, Gerard.

—A veces. La verdad es que, quitando que nos lleváramos fatal, no era del todo mala persona. De todos modos me alegro de que haya seguido su propio camino. Los días en casa son más tranquilos desde que se fue —reconoció Víctor.


Lo que Víctor no sabía era que alguien estaba escuchando la plática. Se trataba de Simeón, el chico mostró una sonrisa aliviada al ver lo rápido que Víctor le quitaba la culpa a lo ocurrido, su alejamiento y lo justificaba. Sabía que no debería de espiarlo, pero era algo difícil para él. Desde que su hermano lo había convencido de convertirse en Licántropo, apenas dos días después de aquella reunión tras la iglesia donde le había desvelado toda la verdad; sus sentidos estaban mucho más desarrollados y oía a kilómetros de distancia.

Eso, añadido al hecho de que, a pesar de que, si quería proteger a su hermano; (razón por la cual había aceptado convertirse en licántropo), lo menos que podía era volver a relacionarse con ese “ángel guerrero”, que no dudaría en matarles a los dos; no pudiera evitar añorarlo de vez en cuando, hacía que le fuese imposible no espiarle algunas veces.

—Simeón, ¿estás ahí? Este tema es importante —Simeón desvió la mirada de sus antiguos amigos, para centrarla en su hermosa prometida, que tendía ante él un libro de economía abierto, con motivo de ayudarle a repasar su lección. Pues el chico tenía un examen dentro de dos días. Y suspiró.

—Sí, perdona, es que no consigo centrarme —se disculpó, arrepentido, y ella le dedicó una sonrisa compasiva.

—Ya me había dado cuenta, cariño —dijo simplemente y cerró el libro. No servía de mucho mantenerlo abierto si el chico no atendía —. Por cierto, Sara me ha devuelto las entradas que le di para la función de teatro de hoy, dice que no podrá ir.

—¡Qué lastima! ¿Y ahora a quién se las damos?

—Pues estaba pensando en Layla y Víctor —en cuanto Dianne lo dijo pudo ver un ligero temblor en el cuerpo de Simeón y este apretó los puños. Dianne se extrañó un poco, pues no lo había dicho con mala intención, ella y Layla se llevaban muy bien y Víctor y Simeón eran amigos. Aunque últimamente, sin saber por qué, Simeón se había distanciado de sus amigos, ¿les habría pasado algo?


Simeón se esforzó en calmar los temblores de su cuerpo. Si había algo a lo que aún no estaba acostumbrado de su nueva vida era que sus emociones se hubieran amplificado de tal modo que cada vez que estaba nervioso, o tenso, su cuerpo comenzaba a temblar y le era difícil controlarse si no estaba su hermano cerca. Pero no podía depender siempre de él.

—Layla y Víctor, ¿por? —articuló, cuando logró calmarse. Ella le miró como si hubiera dicho una atrocidad, seguidamente dijo:

—¡¿Es que acaso tiene que haber una razón especial?! Ellos son una pareja como nosotros y nuestros amigos o eso creo… Por cierto, ¿qué te ha pasado con él? Últimamente lo evitas demasiado.

—Nada, ve a darle las entradas a Layla —Simeón no encontró mejor excusa para que Dianne se alejara y no le preguntara más sobre el asunto.

—De acuerdo —se resignó esta y se levantó, conformándose silenciosamente con ese “nada”, por el momento. Estaba segura de que algo pasaba entre Simeón y Víctor, de que estaban enfadados por algún tema y por ello su chico lo evitaba con tanta ansiedad. Simeón siempre había sido un chico infantil que huía de los problemas en vez de afrontarlos hasta resolverlos. No iría a reconciliarse con su amigo, a menos que ella le diese un empujoncito y era lo que iba a hacer, dándole las entradas a Layla.


Mientras, Cedric intentaba distraer a Layla con asuntos diversos, para mantenerla junto a él y evitar que fuera corriendo junto a Víctor. Aunque personalmente estaba cambiando de idea, a Layla se la veía muy enamorada y estaba claro que Víctor la quería, pero, por otra parte, Cedric seguía enamorado de ella y por eso era incapaz de dejarla. Pudo ver que Layla apenas le prestaba atención, pero justo en el momento en que le iba a preguntar la razón una voz les interrumpió.

—Hola Layla, ¿cómo te encuentras hoy? —dijo Dianne.

—¿Muy bien y tú? —contestó Layla.

—De maravilla. Por cierto, me sobran unas entradas para la función de hoy y he pensado que os vendría bien a ti a Víctor para pasar una noche agradable que ya hace más de una semana que apenas salís los dos solos —propuso Dianne, tendiéndole dos entradas para el teatro.

Layla se alegró tan solo de oír la idea, tenía muchas ganas de salir otra vez con Víctor. La última vez que lo hicieron les había ido bastante bien. Cedric, en cambio, fulminó con la mirada a Dianne, pero no dijo nada.

—Me parece fantástico. Gracias Dianne. Ahora mismo voy a proponérselo a Víctor —dijo Layla, toda contenta y cogiendo las entradas se fue corriendo, alegre, hacia donde estaba Víctor.

—Me puedes explicar por qué has hecho esto Dianne ¿De qué lado estás? —riñó Cedric a Dianne, en cuanto Layla se alejó.

—De ninguno Cedric. Solo quiero que ella esté feliz y con él lo está, ¿es que acaso no lo ves? —le contestó Dianne.

—Sí, lo veo, pero….

—Pues entonces déjala ir. Lo vuestro ya ha acabado hace tiempo y, además, cuando se ama a una persona hay que saber ver cuando uno está de más y retirarse, si ese es el único modo de hacerla feliz —dijo entonces Dianne.

—Tienes razón, Dianne, pero no soy capaz de hacerlo —reconoció Cedric. —Quizás más adelante si pueda —añadió y Dianne sonrió satisfecha. Entonces, pudo ver como Simeón se iba y corrió a junto a él.

—¿Adónde vas? ¿Te ibas a ir sin despedirte de mí? —Lo acusó con una mirada triste. Simeón le mostró una sonrisa adorable que inmediatamente le hizo sentirse tonta por pensar eso.

—Claro que no amor. ¿Qué te hace pensar eso? Voy a casa pero luego nos vemos. Tenemos que visitar esa vivienda que tanto te gustó —Desde que habían planeado casarse, Simeón y ella habían estado buscando una casa para después de su matrimonio, ya que, tanto en la casa de ella como en la de él había bastante gente y no tendrían la suficiente intimidad.

—De acuerdo —aceptó ella con una sonrisa y se acercó a él para besarle. Al principio Simeón se mostró vacilante, pero le devolvió el beso y se fue hacia su casa.


Lo que no se imaginaba era quién estaba ahora mismo en su casa, Ulrika, la jefa de su manada. Esta se hallaba en el salón, con Semil, y protestando muy enfadada. Ayer por la noche había mandado a unos lobos a por esa seyen pelirroja, pero se les había escapado, junto a un humano que andaban buscando para acabar con él.

—Ama comprendo su enfado a mí también me molesta que esa plebeya esté viva, pero debería tranquilizarse. Podría perder el control —le aconsejó Semil. Ulrika le lanzó una mirada helada que le asustó un poco y dijo:

—Te puedo asegurar, Semil, que ese es el menor de mis problemas. La estancia quedaría hecha un desastre, pero al menos me desahogaría. En serio, ¿te das cuenta de lo que está pasando? No se trata solo de esa seyen, ese plebeyo que transformó Corina, Chase, nos acaba de traicionar y ella aun así se atreve a defenderlo por haberlo creado ¿Te lo puedes creer? Pero esto no se quedará así. No podré matarlo, pero te aseguró que Chase pagará por lo que ha hecho —pronunció la última frase con una convicción aplastante. Aún no tenía claro lo que le iba a hacer, pero en su cabeza se presentaban varias opciones nada agradables y el simple acto de imaginarse haciéndolas la relajó un poco.

—No me quepa duda, ama; por cierto, siento mucho que mi hermano me haya descubierto aquel día. Debería haber tenido más cuidado —dijo Semil.

—No te preocupes por eso, es normal que en algún momento no nos controlemos, además la incorporación de Simeón a la manada es lo único bueno de todo lo que ha ocurrido. Él es bueno, bien dotado, y eficaz. Y por si fuera poco lo has convencido para que se alejase de ese desgraciado de Víctor. —Le tranquilizó ella, bastante satisfecha. Sin embargo, al pensar en Víctor la ira la invadió otra vez. Ese Seyen la sacaba de quicio, no era solo que se mantuviera vivo contra todo pronóstico, sino también que lo hacía matando a los congéneres de ella. Eso sin contar que se empeñara constantemente en proteger a ese investigador amigo suyo que ella planeaba matar antes de que descubriera más, ya sospechaba demasiado.

—Sí, es cierto, el asunto de Víctor es complicado pero no creo que haya que preocuparse mucho por él.

—¿Complicado? Es más que eso Semil —saltó Ulrika, enfadada otra vez.  —¿Qué no me preocupe? ¿Pero es que acaso no te das cuenta de los orígenes de Víctor? ¿Cómo pretendes que no me preocupe cuando el hijo del asesino de mi marido sigue vivo y convertido en lo que más odio?

Inmediatamente el cuerpo de Ulrika empezó a temblar, Semil quiso tranquilizarla pero dudaba de que fuera capaz. Comprendía la ira de su ama, pues el marido de esta, Derek, había sido un buen líder y un licántropo respetable. Él también había sufrido cuando Eivan Roswell lo mató hace cinco años en aquel ataque que los licántropos habían planeado contra ese Seyen.

Afortunadamente, ahora Eivan ya no existía, pues Ulrika lo había matado en esa misma batalla en un arranque de ira sorprendentemente eficaz.

Evidentemente aquello no se había saldado sin sacrificios, habían perdido a varios miembros de la manada en la contienda. Pero no importaba, el fin justificaba los medios.

—No creáis que a mí no me molesta, pero Víctor no es ni la mitad de hábil que era su padre. Además, si no me equivoco, desconoce las habilidades de este —se defendió Semil, cuando vio a su ama más tranquila.

—Pero eso no impide que poco a poco vaya adquiriendo algunas de las capacidades de Eivan y podría heredar muchas más y convertirse en un gran peligro y no lo digo por decir. Por eso, Semil, hay que matarlo antes de que descubra su verdadero potencial —dijo entonces Ulrika.

—Lo sé, ama —reconoció Semil. Justo en ese momento llegó Simeón y no parecía muy contento después de oír aquellas últimas palabras.

  —Hola hermano, ama Ulrika —saludó, procurando ocultar el nudo que le había entrado en la garganta al oírles hablar de matar a su amigo tan fríamente. Pues si bien, después de lo que le había contado Semil sobre él, entendía que Víctor ya no merecía su amistad, le era imposible odiarlo después de ser amigo suyo durante tanto tiempo. Aparte, el hecho de que Víctor tuviera un potencial oculto que parecía amenazarles a todos era algo que comenzaba a preocuparle, ¿por eso hablaban de matarle? En cualquier caso, no debería de importarle, ya que él no tenía previsto impedírselo, ni aunque pudiera.

—Hola, hermanito —Semil sonrió al saludarlo. —¿Te ocurre algo? No pareces muy contento —añadió.

—Salvo que a Dianne se le ocurrió la brillante idea de ofrecerles a Víctor y a Layla las entradas que nos sobraban, y ahora seguro que se las arreglará para que coincida con ellos, nada —contestó Simeón, con sarcasmo.

—Me imaginaba a tu futura mujer más inteligente, Simeón —intervino Ulrika.

—Humanas, siempre tan curiosas e inconscientes… Seguro que lo ha hecho para ver si os animáis a hablar ante ella y así enterarse del porqué te has alejado de él —comentó Semil.

—A mí me preocupa más el que se las arregle para que Víctor y yo hablemos a solas, alegando que debemos reconciliarnos. A veces es muy perspicaz.

—Bueno, pensándolo bien tampoco es tan malo —Tanto Simeón como su hermano observaron a Ulrika, alucinados con ese comentario. Al verlo esta enseguida se explicó.

—Es que estaba pensando en algún modo de tenderle una trampa a ese Seyen y puede que ese encuentro cree la distracción adecuada… Escuchad, esto es lo que deberéis hacer …—.


Y así Ulrika, animada, empezó a relatar su plan, mientras fuera Layla llegó hasta Víctor para plantarle un beso en la mejilla. Este ya la había sentido antes, pero la dejó actuar. Le gustaba que ella le intentara sorprender así.

—Hola, cariño —comentó ella, muy alegre, después de aquello. Víctor sonrió automáticamente también alegre y entre ellos enseguida se manifestó aquella conexión tan especial que creaba el amor, aunque mucho más por parte de ella que de él.

—Bueno, creo que nosotros deberíamos de irnos —comentó Dave, al verlos así de cariñosos.

—Chicos, no hace falta que os vayáis —argumentó entonces Víctor.

—No te preocupes Víctor, no nos estás echando si es eso es lo que te preocupa. Solo pretendemos que estéis a solas un rato. Lo deseáis —dijo entonces, Gerard, Layla enrojeció terriblemente al oírlo.

—De acuerdo ya nos veremos en otro momento —aceptó resignado Víctor.

—Hasta luego —se despidieron Dave y Gerard y se fueron. Layla aprovechó su partida para sentarse al lado de Víctor y apoyarse contra él.

—No sabes cuánto me alegro de verte, cielo, te echaba de menos —comentó Víctor.

—Y yo a ti. Por cierto, me han entregado entradas para la función de teatro de esta noche y me gustaría que fuéramos juntos —dijo entonces, Layla. Por un instante, Víctor le dio vueltas a la idea, últimamente llevaba algo así como una doble vida: mientras que de día vivía su vida normal con Layla y sus amigos, por la noche cumplía su deber como Seyen y salvaba a los humanos y eliminaba a esas criaturas que amenazaban su supervivencia. Los demonios, vampiros y licántropos y por eso no sabía si era adecuado salir con Layla de noche. Bueno, pensándolo bien, por una noche no iba a ocurrir nada y, además, siempre podía cazar después. Eso sin contar que con él Layla estaría bien protegida y eso era lo mejor.

—La verdad es que estaría muy bien. Me encantaría. —aceptó Víctor y Layla, alegre, lo besó. A simple vista todo parecía indicar que ella y él pasarían una noche memorable como siempre que estaban juntos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lee el último capítulo publicado :)

Informes sobre Stern, Recuerdos de Stern, Diario de Evelin y más.

¡Hola, hola! Si alguien, en algún momento, se pasa por el último relato publicado se dará cuenta de que las notas iniciales cambiaron y ya n...

Publicaciones y relatos más leídos