domingo, 21 de julio de 2019

Seyens: Stern. Capitulo 12 (Última edición: 07/08/2019)

Anne:

12
El sol se estaba poniendo mientras Anne se encontraba en su habitación, practicando movimientos frente a un espejo. Mientras practicaba recordaba los movimientos usados la noche anterior, en su primera lucha, e intentaba mejorarlos. Al final no le había salido nada mal, pero ella se encontraba un poco frustrada por no haber podido salvar a la humana que el licántropo había matado. La humana en cuestión era una chica muy joven, casi una niña, pues solo tenia doce años. Su madre trabajaba de dependienta en una tienda cercana al centro de la ciudad y su padre era obrero.
El atacante de la niña no solo la había matado, sino que también había empezado a comérsela cuando la cercanía de Anne le hizo olvidar a su víctima. Esos hechos se los reveló Marina, cuando se encontró con ella esta mañana de domingo.

Anne se había levantado a la misma hora que ayer y aprovechó que era temprano y no tenia mucho que hacer para visitar a Jaymie y preguntarle si lo de estar espabilada todas las mañana era cosa de seyens o no. Pero no la encontró, ni en su casa, ni en el jardín y volvía a casa un poco frustrada cuando se encontró con Marina.

— Anne, por fin te encuentro, necesito pedirte un favor —le dijo ella.

—Sí, lo que tú quieras ¿De qué se trata? —respondió Anne, directa.

—Quiero que me acompañes a casa de Chase y me ayudes a sacarle la verdad sobre mi hermano —le pidió Marina. Anne se sorprendió un poco, normalmente Marina no pedía ayuda y menos para hacer hablar a una persona. Además, ¿qué creía Marina que pudiera hacer Anne que ella misma no pudiera hacer? Marina desconocía la historia de los seyens y los poderes de Anne, así que no podía suponer que esta averiguaría cosas que ella no pudiera saber por sí misma.

—De acuerdo, pero, ¿para qué necesitas mi ayuda? Yo no tengo mucha fuerza y estoy en contra de la violencia—dijo Anne. Era más fácil preguntar directamente que llenarse la cabeza de supuestos o usar sus poderes.

—Lo sé y no te pido eso. Es que Jaymie siempre tuvo un don para saber si lo que decía uno era verdad o no y pensé que ella te había enseñado su técnica antes de desaparecer —respondió Marina. Ciertamente, Jaymie no tenía ningún don para distinguir la verdad de la mentira. Lo que pasaba era que si una persona decía una cosa y pensaba en cómo hacer que fuera creíble, Jaymie deducía que lo dicho no era cierto.

—De acuerdo, vamos —dijo Anne. Ahora comprendía, su papel era estar presente y usar discretamente sus poderes para saber si lo que decía Chase era verdad.

Se dirigieron a la casa de Chase, quien igual que Marina vivía con sus padres, los cuales, no sabían que su hijo violaba los toques de queda que le imponían y salía por las noches. La casa de Chase se encontraba en la zona obrera, que era la zona más cercana a las fábricas e industrias de Stern, ya que tanto Chase como su padre eran obreros.

—¿Te has enterado de lo de esa niña? —Preguntó Marina a Anne por el camino.

—¿Qué niña? —preguntó Anne.

—Una niña ha sido encontrada muerta ayer por la noche. Dicen que su asesino la ha entregado a las fieras —le informó Marina.

—¿A las fieras? — preguntó Anne, extrañada.

—Aparte de matarla le han mordisqueado una pierna y eso normalmente lo hacen los animales salvajes, las fieras —contestó Marina.

—¿La conocías? —preguntó entonces Anne, interesada, pero Marina negó con la cabeza.

—No sé su nombre, pero me han dicho que su padre es obrero y su madre dependienta de una tienda del centro de la ciudad. —Anne asintió, desde que habían empezado las muertes todo el mundo se interesaba por la familia de las víctimas, y las víctimas mismas, por lo que no era de extrañar que Marina supiera de los padres de esa niña.

Siguieron hablando un rato más de la niña y luego Anne le preguntó a Marina si sabía algo más de Esteban, pero ella le dijo que aún no lo habían encontrado, ni sabían nada nuevo.

—Ya llegamos —informó Marina, en cuanto llegaron al frente de una de las múltiples casas pegadas, o casi, que formaban la zona obrera. Se trataba de unas casas tan parecidas unas a otras que si no fuera porque Marina se lo había indicado Anne no sabría distinguir la casa de Chase. Marina llamó a la puerta y la madre de Chase, una mujer de pelo castaño rojizo, la abrió.

—Buenos días, Charlotte, ¿está Chase en casa? —dijo Marina, Charlotte era la madre de Chase.

—Sí, está en su habitación ¿Queréis que lo llame? —dijo Charlotte.

—No, gracias, preferimos entrar a verle ¿Podemos? —contestó Anne.

—Sí, claro, pasad —concedió Charlotte amablemente y las guió hasta la habitación de Chase, para luego llamar a la puerta y anunciar.

—Hijo, la hermana de Esteban y una amiga suya han venido a verte.


Alguien se acercó a la puerta y Anne por poco se pone en postura defensiva delante de todos. Acababa de captar en esa persona el mismo “fuego” que en el licántropo al que se había enfrentado la noche anterior, solo que en ese caso era un fuego controlado porque su dueño estaba en forma humana. Seguramente se trataba de Chase, pero seguía siendo un licántropo por lo que era necesario no bajar la guardia y, a la vez, no enfadarlo, ni hacer nada que provocara sus instintos de hombre lobo; ya que los licántropos eran bastante inestables.

Un chico de pelo liso de tono castaño rojizo y ojos marrones abrió la puerta, observando con intriga a los visitantes, parecía inquieto. Por unos instantes sus ojos y los de Anne chocaron con un destello de reconocimiento en los de él. Esa chica le sonaba. No sabía por qué, pero le sonaba. Finalmente negó con la cabeza y se dirigió a su madre:

—Gracias por avisarme, mamá ¿Puedes dejarnos solos? —le pidió.

—Sí, claro, hijo — concedió Charlotte y se fue.

—Hola Marina —saludó Chase, seguidamente volvió a observar a Anne. Seguía sin saber por qué su rostro le era tan familiar, pero había algo especial en ella. Algo que lo incitaba a mirarla una y otra vez. Le atraía de una manera inexplicable...

—Supongo que tú debes de ser Anne —añadió.

Anne asintió y sus ojos volvieron a chocar, pero en esta ocasión la que pareció reconocerle fue ella. A la vez él estaba comenzando a sospechar de su extraño color de ojos. Sin embargo, frente a la cada vez más pequeña parte de su mente que le decía que sí, esa chica era un seyen, había una gran parte que le decía que se equivocaba. Eso extrañó a Anne ¿Acaso había algo fuerte que la protegía? Igual una especie de magia natural.

—Pasad —invitó Chase y ellas entraron en la habitación. Cada vez estaba más nervioso ¿Habría realmente alguien observando? No, seguramente no ¿Pero entonces por qué tenía la sensación de estar vigilado? Miró otra vez a la ventana, nadie.

  —¿Sabes algo de Esteban? — preguntó él a Marina, suponiendo que era por él que ellas vinieron hasta aquí.

—Chase, por favor, deja de fingir que no sabes nada, yo no soy la policía no te voy a hacer nada —dijo Marina. Chase la miró contrariado, ¿es que acaso Marina también sospechaba de él? La situación se estaba poniendo complicada. Bueno, quizás si ponía cara inocente y decía:

—¿De qué hablas? no estoy fingiendo. —Pero Marina no pareció creerlo, o más bien no quiso, porque más creíble imposible, y replicó.

—Claro que finges. ¿Dónde está mi hermano? —Genial, había elevado la voz ¿se estaba ella enfadando con él? Sí, eso parecía.

—No lo sé —mintió. Su oído evolucionado captó un ruido fuera, sí, lo estaban observando. No había duda. Le dieron ganas de lanzar una mirada asesina a quién le estuviese espiando pero se contuvo, para lo que serviría. Además si era un miembro de su manada fijo que le reñían a él y no al espía, que seguramente estaba cumpliendo órdenes.

—Sí que lo sabes. Saliste con él aquella noche —afirmó ella, genial y ahora qué le decía. No podía soltarle la verdad, no ahora que estaba claro que lo vigilaban. Bueno, a lo mejor si decía parte de la verdad ella se conformaba.

—Sí, pero no lo acompañé a casa. Nos despedimos a las once de la noche. —Faltaban algunos detalles pero bastaría para convencerla. El problema era Anne, pues seguía teniendo la sospecha de que era seyen y si esta le leía la mente lo sabría todo.

—No, no te creo, debes de estar mintiendo. No creo que mi hermano sea tan imprudente como para volver solo a casa —afirmó Marina, vaya se había olvidado de ese detalle ¿Ahora qué le decía? ¿Cómo se lo explicaba?

—¿Qué ha pasado? ¿Qué le hiciste? —Insistió Marina, sin apenas darle tiempo a hablar. Él sintió rabia, entendía que estuviese preocupada, pero esto ya era pasarse de la raya. ¿Qué iba a hacerle él? Por favor, Esteban era su mejor amigo.

—Marina por favor tranquilízate, no le he hecho nada, eso fue lo que paso, no hay nada más —replicó, esta situación ya lo estaba enfadando ¿Con qué derecho venia ella a acusarlo de nada?

—¿Que me tranquilice? ¿Tú sabes lo preocupada que estoy? ¡He estado aquella noche en vela esperando a que volviera! —Su voz se elevó aún más, a este paso soltaría un grito y vendría alguien.

—¿Y te crees que él no me preocupa? Estoy tan inquieto como tú o más, pero al menos no le echo la culpa a otro —Ya estaba empezando a temblar, bueno era culpa de ella ¿Quién se creía que era para alegar que él no se preocupaba por Esteban?

—No le echo la culpa a nadie, digo lo evidente. Le hiciste algo, lo sé ¿Y por qué tiemblas? ¿Tienes miedo de que te denuncie si me dices la verdad? —dijo ella, los temblores de Chase aumentaron ¿Miedo? Se iba a enterar...

—Cállate, tú no sabes lo que está pasando. ¡No entiendes nada! —Replicó él, fuera de sí. Iba a transformarse, lo sentía. Bueno, tampoco quería pararlo ahora mismo.

—Marina, por favor sal, así no conseguirás nada. Yo me encargaré de que diga lo que sabe. —Anne por fin habló. Su voz tenía un efecto especial, era muy convincente.

—Yo... está bien y de paso intentare calmarme —dijo Marina, menudo cambio había tenido la chica. Pero Chase apenas le dedicó una mirada cuando esta se fue. Sus ojos volvieron a enfocar a Anne que, después de que Marina se fuera, cerró la puerta y se situó delante de ella, cerrándole esa vía de escape.


—Bien, cálmate e intenta explicarte, Chase —Comenzó Anne, su mirada lo intimidaba un poco, pero lo intimidaba más lo que está podía hacer con ella, solo de pensar en sus poderes se estremecía. Se concentró en calmar sus temblores, no vaya a ser que ella usase sus poderes para calmarlo.

No puedo, me están vigilando.” Pensó él, esperaba que ella estuviera leyendole la mente porque si no, no podría saber nada.

Ella miró hacia afuera y asintió. También se había dado cuenta de que alguien los observaba. Dio unos pasos y le puso una mirada hostil, pero lo que le susurro no era nada hostil. Se trataba de un consejo.

—Pues piénsalo, yo no diré nada a nadie —el susurro era tan inaudible que si no fuera por la cercanía y el desarrollo de su oído no se habría enterado de nada. Asimismo ella no parecía amable pero lo era, sí que se le daba bien fingir a esta chica.

Recordó la noche en que todo ocurrió, Esteban y él habían estado en un bar hasta bastante tarde, mientras su amigo criticaba la crudeza de los toques de queda de sus padres. Chase reconocía que estaba inquieto, con la venida del plenilunio él apenas podía rondar el exterior sin temer una transformación. Por eso convenció a Esteban para que regresase solo a casa, en vez de con él. Creía que los licántropos no se atreverían a tocarlo por ser Chase uno de los suyos. Pero se equivocó.

Cuando terminó de cazar, (hecho que decidió no mostrar a Anne, por si acaso), oyó un grito familiar. Se trataba de Esteban. Corrió lo más rápido que pudo y cuando llegó vio que estaba herido y sangraba; y que un licántropo lo estaba atacando. Sin pensar mucho se interpuso entre los dos y lo convenció de irse y buscar otra víctima. Cuando este se marchó Esteban retrocedió, asustado, pero le reconoció los ojos y pronunció su nombre. Chase no tuvo más remedio que contarle la verdad, en cuanto tuvo ocasión de remitir su fase, o al menos la parte que le concernía

Anne asintió, había captado la historia. Esteban estaba vivo

Anne, por favor, lo estoy escondiendo. No quiero que muera, ni que lo transformen. Ayúdame.” Pensó suplicante. Quizás fuera una locura lo que pedía, pero estaba un poco desesperado por la situación. Sabía que si lo encontraban los matarían a los dos y eso era precisamente lo que quería evitar.

Anne negó con la cabeza.

—Intentaré encontrarlo y protegerlo pero no puedo hacer nada más —le susurró ella otra vez de esa manera tan inaudible y se fue. Pero antes le dedicó una mirada asesina a la ventana que provocó otro ruido, seguramente de pasos ¿Había asustado al vigilante solo con mirarlo? Sí que era buena. Buena y atrevida.

—¿Qué te ha contado? —preguntó Marina, en cuanto ella y Anne estuvieron fuera de la casa.

—Muy poco, que Esteban esta vivo y que él lo está protegiendo. Pero no me dijo de qué, ni por qué —contestó Anne.

—Bueno, algo es algo —expresó Marina, ya más relajada.

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Para finalizar os dejo una pequeña imagen de como me imagino a Chase, un personaje que poco a poco irá adquiriendo importancia a lo largo de la historia, ya lo veréis. ; )





1 comentario:

  1. Exámenes, malditos exámenes... espero que los superaras bien. Pobre niña :( muy buen capítulo, un voto para fantástico.

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