domingo, 5 de marzo de 2023

Seyens: Stern| Capítulo 38

¡Lo conseguí, al fin, dichoso baile del demonio! Ajajajaja, espero que os guste el Capítulo 😁

38


     —¿Una copa de vino, señora?

    —No, gracias. —Ulrika rechazó la copa educadamente. El baile acababa de comenzar y los camareros se afanaban en atender a los invitados, mientras el joven señor de la casa, Raymond, supervisaba el evento, a través de su máscara de Zorro con detalles azulados. Frunció el ceño al notar la forma en que ella lo escrutaba y apartó la mirada de una forma tan rápida que no pudo evitar causarle risa. Tras él se encontraba el verdadero organizador de aquella “reunión”, Candel. Vestía un traje claro, cuyos tonos ayudaban a destacar los detalles de aquella media máscara blanca y dorada, con cinta, que tapaba parte de su rostro. Le sostuvo la vista unos instantes, pero este ni siquiera se inmutó, demasiado concentrado en observar a los demás asistentes del baile, al igual que ella.

La distinguida Alpha siguió recorriendo el lugar con la vista, allí se habían presentado miembros de todas las prestigiosas familias de Stern. Ya sean estas del mundo sobrenatural o no. Por supuesto, la segunda clase era una gran tentación para la primera. Razón por la que únicamente los más fuertes de entre las razas depredadoras osaban presentarse allí. Si estiraba el cuello podía percibir a Yohann y Vevikia hablando tranquilamente, junto a una mesa, llena de manjares y aperitivos que, obviamente, no necesitaban. También estaba Christopher cerca, observándolo todo con aparente desinterés, aunque en ocasiones sus ojos se detenían, ya fuera en su hermano o en la joven Catrina, que, por una razón que no comprendía, se hallaba tocando el piano, en vez de junto a su pareja.

Los demás se hallaban más desperdigados, bailando, hablando con la gente, mostrando interés por los festejos o, para su sorpresa, trabando amistad con los otros anfitriones humanos del Evento.

Analizó a sus rivales con la mirada, realmente no entendía qué tenían de temibles algunos, había oído hablar de la letalidad de Vevikia, pero, aun así, únicamente ella misma y, quizás, Christopher podían presumir de habilidad. Pues, tanto él como ella, se habían enfrentado en alguna ocasión a un seyen poderoso y habían sobrevivido.

Mientras recorría la sala, se topó con un espejo que, además de devolverle su propia imagen, le permitió ver, a través de él, a otros asistentes en los que antes no había reparado. Víctor, por ejemplo, no utilizaba una máscara sino un antifaz oscuro, (como su traje), cuyo detalle más notorio era aquella cadena dorada con joyas incrustadas de alguna piedra preciosa que ella desconocía, pero se veía bastante elegante en él. Parecía bastante atento, en comparación con los demás, y no sabría decir si aquello la preocupaba o no. A simple vista no parecía tan hábil como ella se hubiese imaginado, ¿o sí?

Junto a él y sosteniéndole de la mano se hallaba su novia, Layla, con un vestido blanco y el pelo suelto, apartado de su rostro con una diadema blanca. No llevaba tacones y exceptuando el chal que le tapaba los hombros y un poco el escote, era todo bastante sencillo, incluida la máscara. ¡Menudo gusto tenía el chico, hijo de Eivan tenía que ser!

Siguió observando a los asistentes, aburrida, notando enseguida como alguien no había dudado en posar su mirada sobre ella, al verla observar a Víctor de ese modo tan peculiar, como si fuera una presa. Al inicio tardó un poco en reconocerlo a través de su máscara, tan cuidada y trabajada que era obvio que estaba hecha a mano, pero en cuanto lo hizo desvió la vista.

No le gustaba la forma en que la observaba Samuel Larreina en estos momentos, el cómo parecía querer advertirla, le parecía indignante de parte de alguien como él, un simple humano. Por fortuna, una muchacha pelirroja no tardó en llamar su atención y hacerle mirar otras cosas. Mientras, ella se afanó en buscar otro entretenimiento. Siendo sincera, no sabría decir si este baile sería útil o no, pero le serviría para dar un visto bueno, una primera impresión. Y las primeras impresiones siempre son buenas, ¿no?


    —Tranquilo, Samuel. Recuerda que estamos en público.

Al sentir la mano de Anne sobre la suya, Samuel desvió la mirada de aquella mujer ataviada de un vestido largo rosa de manga corta y diseño de flores, combinado con un chal del mismo color y un delicado moño, retenido con una cinta de encaje blanca. Debido al tipo de máscara que llevaba no había sido capaz de distinguirle nada, excepto aquellos ojos marrones y, sin embargo, la sensación que le había transmitido…

No era buena, era obvio. Era como un instinto que solo él poseía. Víctor le había dicho que era muy probable que detectase algo diferente en los asistentes de aquel baile. Al fin y al cabo, sus sentidos se asemejaban más a los de un seyen, que a los de un simple humano. Pero no debía asustarse. Ninguna criatura osaría atacarle en aquel lugar.

Había demasiados humanos, variables incontrolables mezcladas entre los depredadores, si algo surgía, un ataque, las consecuencias serían inimaginables.

Y ninguna criatura de las que temía podía querer eso, por más ansias de guerra que tuvieran. Era lo que le había dicho y, aun así, no dejaba de estar nervioso.

—Perdón. —Se disculpó, en voz baja, mientras sentía que su rostro enrojecía. Todavía no comprendía qué le había pasado para actuar así. Se supone que él todavía era humano, debería pensar como uno, no, al revés. —Yo no… —Se quedó callado mientras Anne torpemente lo arrastraba a la pista de baile. Después de casi una semana de práctica, la chica ya controlaba mejor los movimientos típicos, que cuando la conoció; pero no lo suficiente para considerarse una experta, ni siquiera buena en ello. Simplemente, se defendía.

Él intentó hablar, de nuevo. Sentía la mirada de ella sobre él y, por más que quisiera ignorarla, debido a su natural timidez, le debía una explicación. Esa sensación de amenaza no le era tan ajena, como lo pareciera. Tampoco el deseo de protección de su parte, aunque nunca había llegado a reaccionar así.

    —Te parecerá extraño, pero Víctor y yo no siempre nos hemos llevado bien. Hubo un tiempo en que no solo desconfiaba de él, sino que también lo rehuía e, incluso, celaba. Mostrándome hostil en su presencia. —Hizo una mueca, recordando aquellos tiempos, cuando su amor por Gerard, unido a la revolución de hormonas propias de la adolescencia, le hacía sentir envidia de cualquiera que se acercara a él. —Sin embargo, incluso con todo ello, no podía odiarle, todo lo contrario. Por alguna razón, él… Me preocupaba de verdad. Era capaz de notar cuando se sentía mal, si estaba enfermo, o en peligro. También podía actuar en consecuencia, aunque no siempre lograra ayudarle. —Y otro recuerdo vino a él, cuando Víctor tenía dieciséis años, llegó a desmayarse en plena clase de anatomía. Y él fue el primero que lo notó.

De no haber sido por él, sus preguntas acertadas al profesor, quizás Gerard no hubiese podido ayudar a Víctor por aquel entonces, o quizás sí. Nunca lo sabría, pero lo que sí sabía, desde entonces, era que, por alguna razón que no había comprendido hasta ahora, (que sabía la verdad sobre sus orígenes), Víctor y él estaban conectados.

Anne enseguida se entusiasmó, para ella que Víctor o Samuel tuvieran dones diferentes a los de un seyen común, era algo bueno. Las premoniciones de Jaymie podrían ser dolorosas para la mujer, pero sin ellas, ni Anne, ni Víctor estarían vivos. Y así pensaba de muchas cosas.

    —Resumiendo que eres algo así como su protector, ¡waouh! —Exclamó, a la par que el rostro de Samuel enrojecía de nuevo.

    —Yo no lo llamaría exactamente así, la verdad. —Confesó, con timidez. —Hasta ahora no es como que lo haya salvado de nada. Además… —Hizo una pausa, buscando a su amigo, al cual Layla parecía empeñada en hacer bailar, en estos momentos. —Solo funciona cuando él está cerca.

Anne asintió, haciéndolo girar suavemente, en busca de la mujer que le había llamado tanto la atención, le intrigaba saber quién era y por qué había provocado semejante actitud de parte de Samuel. Fue entonces que cachó a aquel chico rubio, de pelo corto y ojos azules, observándoles. Gerard, recordaba que se llamaba y no era el único.

Raymond, el anfitrión, había abandonado su puesto de centinela, en las escaleras que llevaban al piso de arriba de su mansión, para pasearse por la sala, en su busca y la de Víctor. Soltó una suave carcajada, tambaleándose, sin querer, por culpa de sus zapatos de tacón de aguja. Samuel, preocupado, la sostuvo un instante. Tiempo justo de que ella le susurrara algo que le hizo ruborizarse, antes de enviarlo a junto de sus amigos. Hora de actuar.


Sin embargo, Samuel tenía razón de inquietarse: y es que en esta noche tan bien resultada también se formaban algunos planes. Yohann y Vevikia habían abandonado su charla y comenzado a bailar, del mismo modo que gran parte de los asistentes. Aunque, de vez en cuando, desviaban la mirada hacia Víctor y Layla o hacia Dave, que en estos momentos bailaba con Milena.

    —Esto no va bien —susurró, ella —. Víctor está demasiado atento. —Por ahora no puede separarse de Layla, pero en cuanto lo haga los verá y… Lo sabrá.

    —¿Qué propones, entonces? —Preguntó Yohann, tras comprobarlo por sí mismo. No quería perder a Milena, o al menos no tan pronto. Aunque las posibilidades de que algo así ocurriera eran ínfimas.

    —Necesitamos una distracción, algo que lo sorprenda, que haga que deje de prestar atención a sus amigos por un instante. Algo totalmente inesperado para él y por consecuente para todos. Solo así conseguiremos desviar su atención. — Explicó ella, con seguridad, él se quedó pensativo y finalmente dijo:

    —Solo se me ocurre una cosa, pero es peligroso, podríamos ganarnos el odio de todos. —Se quedó callado por un momento, observando a las personas bailar, cuando otra consecuencia le recorrió la mente. —o el reconocimiento.

    —Te escucho —soltó Vevikia enseguida, cualquier solución era bienvenida, no le importaba si los odiaban, eran fuertes. Y si el plan resultaba, lo serían aún más. Podrían arreglárselas, con o sin alianzas.

Pero Yohann negó con la cabeza y señaló una de las salidas del salón de baile, la cual llevaba hacia un balcón, separado de ellos por un pequeño pasillo y unos pocos escalones.

    —Aquí no. —Precisó. —Cualquiera que se acerque podría oírnos, a pesar de la música. Además, no soporto estar más tiempo junto a tantos humanos. —Desvió la mirada primero hacia Layla y seguidamente hacia una muchacha pelirroja, que portaba un vestido azul. Su pelo era rizo y anaranjado y de acercarse incluso podría sonarle, pero en estos momentos él solo se fijaba en su cuello. —Se me está haciendo la boca agua.— Declaró. Vevikia se rio por lo bajo y lo arrastró hacia el balcón.


La canción terminó y Layla instó a Víctor a bailar la siguiente, se lo estaba pasando bien, pero, a ratos, notaba que estaba distraído. Vigilaba cada perímetro de la estancia con ojos inquisitivos y eso la ponía nerviosa, le gustaría que por un momento le prestase más atención y el baile parecía ser la única manera factible, le obligaba a prestar atención a sus pasos y por consiguiente a ella, era lo mejor. Pero entonces, justo en el cambio de canción, alguien les interrumpió.
    
    —Hermosa fiesta, ¿no creéis? —La voz, inocente, pero grave, de Raymond hizo que su expresión se suavizara. No podía enfadarse con él, quién lo había dispuesto todo para que se divirtieran, funcionara o no. —¿Cómo os lo estáis pasando? —La pregunta no era tan inocente como lo pareciera, desde su puesto, junto a Candel, había notado la tensión, tanto de él, como de Samuel en el evento. Y si bien el segundo parecía haberse tranquilizado nada más encontrarse con Gerard, Víctor era otra historia.

Lo notaba tenso, inquieto y francamente no le convenía. Tenía sus propios planes para la fiesta y, aunque admiraba el esfuerzo de Layla en distraer a su novio, no era suficiente para lo que buscaba en estos momentos.

    —Bastante bien. —Resumió Víctor con una leve sonrisa. —Está claro que te superaste, esta vez. Todo está muy bien organizado. —Layla, por su parte, asintió con una sonrisa radiante, no perdiendo detalle de la mirada de su novio, quién recorría la sala y a sus diferentes asistentes, para cuando sus ojos se cruzaron con los de Raymond, quién suspiró, observando a Catrina.


    —Me alegra escuchar, eso, Vic. —Contestó con el ánimo más sosegado, se le había ocurrido una idea, una forma de distraer a su prima, quién, si bien había dejado de tocar nada más terminar la canción, seguía notándose alicaída. Ignoraba qué había ocurrido entre ella y Candel para que esta lo evitase, al igual que el baile, pero no le gustaba verla desanimada. —Por cierto, ¿puedo robarte a Layla un segundo? Me gustaría enseñarle algunas de las maravillas que, tanto yo como mi prima, hemos programado para que no os aburráis.

    —Claro, mientras aprovecharé para mirar algunas cosas por mi cuenta, diviértanse. —Se despidió con la mano de Layla, la cual ya estaba siendo arrastrada por su amigo a junto de Catrina. Se fijó en que parecía bastante despreocupada, a pesar de no estar Candel junto a ella. Quizás su plan funcionase mejor de lo que esperaba.

Le había costado mucho liberarla, acercarse a ella era difícil, Candel prácticamente la tenía puesta en guardia contra él. Samuel, en cambio, tenía una relación muy cercana desde que había dejado de luchar contra su relación. De ahí que requiriera su ayuda para tenderle una trampa, crear un encuentro y aprovecharlo a su favor.

Un simple roce había bastado para captarlo todo. Aquella relación entre ellos creada a partir de hipnosis y mentiras. Le había irritado a los extremos que podía llegar el demonio para sus fines. Aunque, también, le preocupaba, Candel los conocía, tanto a él, como a Samuel, en cambio, Víctor no sabía apenas nada de él…

Viendo que no podía hacer nada para solucionar ese problema, ahora mismo, se puso a localizar a Anne. La chica semejaba hallarse tras la pista de una mujer alta, de cabellos castaños, que llevaba el pelo en un moño y una máscara que le tapaba todo el rostro. Parecía que disimulaba bien entre el gentío, ni siquiera Yohann se había dado cuenta de que ella no debería estar aquí, solo le miraba el cuello, al igual que hacía con las otras humanas. Prácticamente, le daba rabia eso, no soportaba que la mirase como a una pieza más de comida. Vevikia lo sacó a rastras de la zona, mientras se reía, animada, muy buena idea.


En cuanto ellos partieron, Víctor tuvo ocasión de observar un poco más a su alrededor, Gerard casi había acorralado a Samuel, contra una pared de la sala, mientras hablaban. No sabía qué le estaba contando, pero estaba tan entretenido que apenas se fijaba en él. En cuanto a Dave, se hallaba bailando con una muchacha de pelo negro, que no le inspiraba mucha confianza. Había algo familiar en ella, aunque desde donde estaba no sabía ubicar qué. Decidió vigilarles a la espera de si pasaba algo. En cuanto más o menos le pareció haber recorrido su perímetro, se puso en comunicación con Anne, a ver cómo le iba por su lado.

“Anne, ¿me escuchas?, ¿Qué tal estás? ¿Has atisbado algo sospechoso?”

Perfectamente, Víctor.” Anne contestó enseguida y sacudió la cabeza de donde se le había quedado clavada, mirando hacia esa chica, la mujer de sus recuerdos, Vevikia, le había dicho Víctor que se llamaba. “Pues estoy bien, tengo ganas de matar a cierto vampiro engreído, pero aparte de esto, estoy bien.” Y, algo apurada, desvió la vista hacia un espejo, con el fin de disimular mientras mantenía la conversación mental con Víctor. Pudo atisbar a un hombre de pelo castaño claro, casi rubio, hablando con la mujer que estaba vigilando, en primer lugar. Parecían bastante cercanos.

Escuchó la leve risa de Víctor y se enfureció.

¡No te rías! Estoy segura de que a ti tampoco te haría gracia que te mirasen como si no fueses más que un mísero cervatillo. De hecho…” Se cortó, mientras se contentaba de analizar al hombre, decidiendo no mencionar lo ocurrido con Samuel, Víctor no necesitaba saber eso ahora mismo. “Nada, no importa.

El corte de pelo del hombre le sonaba, todo recto, idéntico y con un flequillo inclinado hacia la izquierda y ojos azules oscuros. Se trataba de Semil. Víctor se lo había descrito no hace mucho, cuando lo planearon todo. Por lo visto, era el hermano de su amigo Siméon y lo estaba manipulando vilmente para llevarlo a donde quería. En cuanto a la mujer, había logrado acercarse lo suficiente, (antes de ver a la vampiresa), como para sentir aquella energía intensa y ardiente que la rodeaba. Si no era el Alpha de la manada, se le acercaba mucho.

Volviendo al tema, pues sospechoso no, todo es muy normal, muy normal y aburrido, pero creo que he atisbado al alpha de la manada de licántropos y prepárate, es una mujer. No es que sea especialmente fuerte, pero parece fiera y peligrosa. Los pocos miembros de la manada que he localizado entre el gentío no parecen sentirse capaces de mirarla directamente a los ojos, le tienen miedo. Todos, salvo uno, el hombre del que me hablaste, Semil. Parecen cercanos, también, así que quizás él sea el segundo al mando. Yohann, el vampiro que me miraba con esa ansia, parece fuerte, pero me asusta más ella. Él no tiene pinta de saber usar mucho la cabeza que digamos.” Comentó, un poco burlona y Víctor sonrió un poco. Finalmente, Anne podía llegar a ser bastante perspicaz, cuando quería. Había hecho bien en introducirla al baile, dos personas veían más que una. “No he visto más ¿Tú has visto algo?”

Nada por ahora, pero el baile acaba de empezar, así que supongo que lo encontraré más adelante. Ahora que lo pienso, recuerdo haber asistido a un evento de esas características hace cinco años, cuando mi padre aún vivía. Aunque desde luego no era tan vistoso. Debemos estar muy atentos, Anne, las alianzas que se forman en estos lugares suelen determinar la victoria de un bando u otro en una posible guerra de razas. Si nos anticipamos, podremos tener la ventaja y así atacar al grupo más débil. Este será nuestro objetivo.”Explicó.

En aquel tiempo, él ni siquiera había sospechado de aquellos detalles: las muertes sucedidas, entonces, apenas eran relevantes y, si bien la cena de sociedad a la que habían sido invitados su padre, hermana y él mismo, escondía muchas más cosas de las que parecía a simple vista, no les había prestado mucha atención. Estaba enfadado, la discusión frente al tema de Siméon todavía estaba fresca en su mente, así que nada más enterarse del evento, había insistido en apuntarse, solo para probar que hacía bien en fiarse de él.

Y si bien lo había conseguido, ya que tras lo ocurrido a Eivan le quedó claro que Siméon no tenía planes de convertirse prontamente, el resultado no era ni de lejos él que había esperado.

De acuerdo, estaré atenta por si veo algo más. Ten cuidado.


Víctor asintió de forma automática, antes de recordar que su conversación seguía siendo mental, por lo que le envió una imagen de ese mismo acto y cortó la conversación. No sabía muy bien qué hacer para disimular, así que decidió seguir a Layla, con la vista, encontrándola frente a una mesa, donde Catrina y su primo le estaban mostrando algo que no distinguía muy bien, desde donde estaba. Fue entonces que advirtió que no había vuelto a ver a Candel, desde el instante en que este casi lo había desafiado con una sonrisa de suficiencia. Se puso a recorrer toda la sala con ojos inquisitivos, pero ni así lo encontró. Bueno, qué más daba.

Sabiendo, gracias a Anne, que Semil había dejado a su hermano solo, se propuso buscarlo. Necesitaba hablar con él, quizás no estuviese todo perdido. También necesitaba averiguar, cuanto antes, quién era esa chica que bailaba con Dave. Así que decidió moverse hacia ellos. Dio unos pasos disimuladamente, pero antes de que diese más alguien le preguntó:

    —¿Divirtiéndote? —Alertado se giró y vio a Candel tras de sí. Debió imaginarlo, ¿quién si no se le acercaría de manera tan despreocupada y silenciosa? Lo que no entendía era cómo no lo había detectado antes.

    —Más o menos —Víctor se encogió de hombros y optó por actuar como si no pasara nada, como si el joven que tenía ante él no fuera un peligroso demonio. Cogió una copa de champán de la bandeja de un camarero, que pasaba por allí, y continuó hablando. —¿Y tú qué? ¿Te entretienes o estás aquí en calidad de espía? —preguntó.

    —Christopher no necesita espías, créeme. —Presumió Candel, con seguridad, y osciló la vista entre la fiesta, buscándolo, hasta que sonrió. —Tiene todos los cabos lo suficientemente bien atados para que nadie en esta sala le suponga un problema. —Víctor siguió su mirada encontrando a un chico algo imponente y castaño, flanqueado por un hombre alto y demasiado vigilante para ser humano. Víctor lo reconoció enseguida como aquel demonio que hablaba con Candel el día que lo descubrió. La chica que había atacado a Anne, en cambio, no parecía estar presente.

    »—Te suena familiar, ¿verdad? —Comentó el demonio, al seguir su mirada. —Su nombre es Achille y es un demonio con un «talento» similar al tuyo, aunque no tan potente. Detecta las amenazas. Ariel, la chica que atacó a tu amigo, en cambio, tiene unas capacidades de regeneración un poco más avanzadas de la media y, por lo tanto, también está aquí, aunque no te indicaré dónde. —Sonrió maliciosamente, observando a Víctor con arrogancia. No semejaba estar mintiendo. —A decir verdad, todos los importantes del grupo tenemos alguna habilidad. No estaríamos en un lugar tan alto, si fuéramos débiles.

Ante aquella revelación, Víctor se obligó a calmarse y tomó un trago de su copa. No podía ponerse nervioso ahora, debía tranquilizarse y aprovechar lo locuaz que estaba Candel en estos momentos. Pues, lo más probable era que no volviera a tener una oportunidad tan buena en mucho tiempo.

 —Algo había constatado, sí —contestó —. Sin embargo, no imaginaba que las habilidades demoníacas fueran tan comunes en el grupo. Por lo que entiendo, tú más que una debes de tener dos, no todos los demonios leen la mente de otros, aunque tal vez me equivoque y sea algo más común de lo que creo. Luego está lo que sea que haces para que no te detecte.

Si Candel se sorprendió de la segunda parte de su deducción, no se lo mostró, simplemente sonrió y retrocedió hasta una columna sobre la cual apoyó una mano, en un gesto casual que no adquirió relevancia hasta que, de repente, esta se desvaneció hasta tal punto que apenas notaba un leve contorno. Y eso solo si forzaba la vista.

    —Camuflaje —murmuró Víctor asombrado, a la par que Candel regresaba a su posición inicial, bastante tranquilo, a pesar de haber expuesto sus habilidades. Aunque, ¿cómo no estarlo? Acababa de demostrar que podía ocultarse en cualquier lugar, no solo su cuerpo, sino, también su energía, a la espera del momento idóneo para matar y del mejor modo de hacerlo. Podría atacarle por la espalda en cualquier momento y él ni siquiera lo habría advertido, de no ser por su don...

Y este solo le avisaba en momentos críticos.

Sí, Candel tenía todas las bazas para estar tranquilo, pero no por ello estaba Víctor asustado. Sabía que no podía hacerle nada, en estos momentos. Solo intimidarle.

    —Lo descubrí hace alrededor de cinco años, ¿sabes? —Alardeó, en tono burlón, sin dejar de sonreír. —Un tiempo tormentoso, si quieres mi opinión, aunque no tanto como este. —Inmediatamente, Víctor lo fulminó con la mirada, con los recuerdos a flor de piel. En aquel momento, él lo ignoraba todo, creyendo como un ingenuo en que los indicios a su alrededor eran cosa de su imaginación. No comprendió lo ciego que estaba hasta el día en que despertó sus poderes. E, incluso así, se dejó engañar por su padre, quién le aseguró que no había nada de que preocuparse…

Podía odiarlo, pero, en verdad, se odiaba a sí mismo. Giovanna, al menos, había intentado hablar con Semil, con el fin de averiguar la verdad. Él no, quería estar con Vanessa y sus amigos, (Siméon especialmente), continuando con la actitud de rebeldía que había iniciado, nada más comprender que Eivan lo controlaba demasiado. De no haber despertado poderes en él, prácticamente no habría hecho nada hasta que fuese demasiado tarde.

    —¡¿Qué sabes?! —Articuló con lentitud, convirtiendo la frase en lo más similar a una amenaza y dio unos pasos hacia él. Candel sofocó una carcajada inocente, en verdad se estaba divirtiendo mucho. Finalmente dijo.

    —No más de lo que crees. Teníamos un enemigo común y tu padre lo asesinó, sin embargo… —Osciló la mirada entre los asistentes del baile, sin detenerse en nadie en particular. —Si eres lo suficiente listo, comprenderás que la lucha no termina hasta que todos los del bando contrario se hayan rendido, o estén muertos. Considera esto como un regalo. No es como que el pasado me importe mucho, aunque a ti sí.

Intrigado, Víctor siguió su mirada, comprendiendo, no sin molestia, que lo estaba haciendo girar en círculos. No le había dicho nada que no supiera ya y, aun por encima, se atrevía a burlarse de él. Debía retomar el control de la conversación cuanto antes.

    —Tienes razón. —admitió: —le estoy dando demasiada importancia al pasado, cuando debería dársela al presente. Al igual que tú. —Y desvió la mirada al baile, en busca de un tema de conversación, encontrándolo en Catrina, la cual Candel no había dejado de vigilar, de forma cada vez menos disimulada. —De hecho, Candel, estoy intrigado ¿Cómo es que estás aquí perdiendo el tiempo conmigo en vez de con Catrina? —Preguntó. Él tenía una buena excusa, Layla estaba con Raymond, sin embargo, ya en otras ocasiones el demonio había demostrado no tener reparos en alejar a su novia de «personas indeseadas.» —¿Es que acaso ya no confía en ti?

La simple mención de aquel nombre enturbió el ambiente a su alrededor, poniendo nervioso al joven demonio, quién enseguida se apresuró a contestar, no queriendo mostrar que Víctor lo había desestabilizado.

    —Al contrario, confía plenamente en mí. Debo reconocer que lo que hiciste la ha hecho reflexionar, pero sigue enamorada de mí como el primer día, así que ya te adelanto que no funcionará. No conseguirás alejarla de mí a tiempo. —Víctor rio.

    —¿En verdad? —Lo contradijo. —Pues dicen que del amor al odio solo hay un paso. Un paso que, antes de lo que te imaginas, ella conseguirá dar. Quién sabe, puede que incluso termine deseando tu muerte después.

Aquellas palabras fueron suficiente para que Candel le lanzara una mirada envenenada, a la par que las luces de la estancia parpadeaban. Sus ojos, incluso resplandecieron de rojo por un momento, mientras lo enfrentaba.

    —Yo que tú no me mostraría tan seguro de mí mismo, Víctor. —Dijo entonces. —Pueden pasar muchas cosas, entre tanto ella se libera. De hecho... —Sin cambiar su mirada, el demonio desplazó la vista por la estancia buscando algo, o, más especialmente, a alguien: Gerard. Finalmente sonrió. —Déjame mostrarte algo.

Ante aquellos gestos, Víctor se alarmó, olvidando por un momento que estaba en un lugar donde no podía atacarlo e intentó detenerlo. Candel, por su parte, arqueó una ceja, al verlo delante, pero no le importó. Solo necesitaba un gesto, una mirada y todo se conectaría. Tal y como sucedió cuando sus ojos, otra vez de color rojo, y los de Gerard conectaron. Su mejor amigo se quedó estático por un instante, como si intentara descifrar algo, y justo cuando lo hizo empujó a Samuel.

Fue solo un segundo, un momento en el que Víctor pudo, al fin, distinguir a la demonesa pelirroja que había atacado a Gerard, tiempo atrás, en el otro lado de la salida en donde había caído su amigo, antes de que lo atrapara.

Pero nadie, excepto ellos, pareció advertirlo...

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Se está animando la cosa, ¿cierto? Esa ultima parte me costó mucho, muchos cambios por hacer entre la presencia de Samuel y el "enfrentamiento" entre Candel y Víctor. Sobre todo esa escena final que no supe seguir así que terminé el capitulo ahí. En el 39 veremos como concluye todo, espero. 😅


Fotos ilustrativas:

máscara Raymond:

máscara Víctor:

máscara candel
Peinado y vestido Ulrika:

¡Nos leemos!😁

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