miércoles, 6 de marzo de 2013

Seyens: Stern| Capítulo 6 (Actualización del 20/07/2019)

Anne:


6


Anne se encontraba en el campo recogiendo tomates y poniéndolos en una cesta. Se había levantado temprano y completamente despierta a pesar de haberse acostado muy tarde la noche anterior, cuando se había estado entrenando.

—Esta noche, al fin todo cambiará —afirmó ella, en voz baja y sonrió.

—¡Vaya, has recuperado la alegría! — Comentó Marina al verla.

—Buenos días, Marina —saludó Anne, sin perder la sonrisa.

—Buenos días —le dijo Marina, devolviéndome el saludo. Acababa de llegar, hecho que sorprendió bastante a Anne. Normalmente Marina era la primera en llegar al campo y no Anne. Al mirarla a la cara, Anne también se dio cuenta de que parecía cansada. ¿Habrá tenido una mala noche?

—¿Dormiste bien esta noche? Pareces cansada —dijo Anne, preocupada. Ella negó con la cabeza.

—Mi hermano ha desaparecido. Ayer por la noche salió, bueno, se escapó de casa para salir y no volvió. Mis padres y yo lo hemos buscado durante horas pero no lo encontramos y yo vi...vi —. Explicó ella y sin previo aviso se echó a llorar.

—Marina, tranquila. Seguro que estará bien. Lo encontraras —la consoló Anne, con tono dulce. Pero, por favor dime que has visto — Pidió.

—Sangre, Anne, ¿y si está muerto? —Respondió Marina, mientras intentaba secarse las lágrimas que no paraban de resbalar por su cara. Anne odiaba verla así tan triste y lo peor era que, seguramente, tenía razón. A su hermano podrían haberlo matado y ocultado en algún lugar. Si hubiera ocurrido eso los asesinos serían licántropos, pues Jaymie le había contado que ellos acostumbraban a enterrar sus víctimas después de alimentarse de ellos, (hasta dejar únicamente los huesos), y por eso la gente que atacaban desaparecía. Aunque en ocasiones alguien encontraba los huesos de alguna de sus víctimas y los licántropos lo mataban. También podrían haberlo transformado, en ese caso podría haber sido un vampiro o un licántropo, y el hermano de Marina aparecería en algún momento. Pero se negaría a acercarse a ella, o regresar a casa y tendría unos compañeros nuevos; que en realidad serian vampiros, si él se transformó en vampiro, o licántropos, (si él se transformó en licántropo).

A pesar de que le doliera ver a Marina sufrir, Anne sinceramente prefería la primera opción. Estar muerto era malo, pero ser transformado en un monstruo, era peor. Pasar la eternidad asesinando y alimentándose de lo que uno mata… Le daba asco. Y, aun por encima, no poder acercarse a sus conocidos para evitar sentir deseo de alimentarse de ellos. Eso sí que era horrible.

—Tranquilízate, seguro que está vivo —la reconfortó, Anne, no había razón para ponerse en lo peor.

—Puede que tengas razón —admitió Marina, más tranquila.

Entonces a Anne se le ocurrió una idea que la ayudaría a averiguar lo ocurrido: comer en su casa con su familia, para reconfortarles y ayudarles en lo que pudiera; mientras esperaban a tener noticias.

—¿Me invitas a comer a tu casa? —Preguntó Anne

—¿Por qué quieres ir a mi casa? —Se extrañó, Marina.

—Necesito compañía y creo que te reconfortará tener una amiga a tu lado. Al menos mientras tu hermano no aparezca —le contestó Anne.

—Tienes razón —admitió la otra.

Siguieron trabajando un rato más y cuando juzgaron que era suficiente para la comida se fueron a casa de Marina.

—¿Sabes lo que más me preocupa? dijo Marina, mientras caminaban por un sendero bordeado por árboles con hojas naranjas, rojas, amarillas, marrones y de otros colores parecidos, algo normal considerando que estaban a finales de septiembre. El verano había dejado paso al otoño y eso se notaba en el paisaje: el cielo había dejado de estar casi eternamente despejado, ofreciendo días soleados, para volverse medio nublado. Es decir que a veces estaba nublado y a veces despejado, también hacía más frío, pero Anne apenas lo notaba. Por eso no había cogido una chaqueta, a pesar de que casi todo el mundo, (Marina incluida), la tenía. Los árboles también habían cambiado, sus hojas, habitualmente verdes, habían pasado a amarillas, naranjas, marrones y hasta rojas. También se les habían caído unas cuantas, formando alfombras que Anne tuvo cuidado de no pisar. No quería deshacerlas con los pies, le encantaban, toda esa mezcla de colores y de luces era maravillosa. Era lo mejor del otoño; su estación favorita.

—Anne, ¿me haces caso? ¡¿O estoy hablando con un árbol?! —Replicó Marina, notando la distracción de Anne. Ella contuvo una risa que había estado a punto de surgir al imaginarse un árbol caminando al lado de Marina y dijo como siguiéndole una broma:

—Bueno, para empezar los árboles no andan. —A Marina se le escapó una risita baja, genial, estaba recuperando la alegría. Una de las cosas que le encantaba de Marina era que también tenía una increíble imaginación y que no hacía falta leerle la mente para saber lo que rondaba por su cabeza. Ella siempre lo decía en voz alta. Salvo cuando Anne había vuelto a salir y a trabajar, después de que Jaymie se fuera, ahí si que Anne le había leído la mente. Pero en ese caso había sido sin querer.

—Veo que estás despierta —afirmó Marina ¿Lo quieres saber o no? añadió.

—Sí, claro —dijo Anne con una sonrisa, incitándola a seguir. Marina pareció vacilar. En realidad no me preocupa tanto, es una tontería.

—Tranquila no me reiré —la tranquilizó Anne. No entendía por qué le costaba tanto seguir y no le apetecía meterse en su mente.

—Verás… Lo que me preocupa es que nunca llegó a conocerte — dijo ella, al oír eso Anne se percató de que ella apenas le había hablado de su hermano. Casi no sabía nada de él excepto su nombre: Esteban. Marina parecía apreciarlo mucho, pero nunca se lo presentó. Anne supuso que el hecho de que el fuera obrero y trabajara todos los días salvo el domingo hasta muy tarde influía algo.

Como Anne no quería meterse en problemas familiares, si es que los había, optó por seguirle hablando de la desaparición de su hermano.

—Dices que él se escapó de casa para salir, ¿verdad? —Preguntó y Marina asintió con la cabeza. —¿Pero él salió solo? —siguió.

—No, salió con su mejor amigo, Chase, este lo vino a buscar y se escaparon a escondidas. No los seguí porque eso es algo habitual en ellos. Me límite a volver a apagar la luz de mi habitación y a dormirme y no sé cuánto tiempo pasó hasta que mis padres me despertaron asustados y preocupados. Me dijeron que habían entrado en la habitación de mi hermano y no estaba. Al principio, no me extrañó, tarde o temprano mis padres descubrirían que mi hermano hace caso omiso de sus normas, así que, ¿por qué no ahora?

»Sin embargo, en cuanto ellos me llevaron a la cocina para preguntarme si había oído algo miré hacia el gran reloj de la pared y me di cuenta de la hora. Eran las cuatro de la mañana y mi hermano acostumbraba a volver antes. Fue en ese momento en que me preocupé realmente por él, ¿le habría pasado algo?
»Mis padres me preguntaron si había oído algo, si mi hermano se había ido por su propio pie o si se lo habían llevado y si estaba solo. Les conté que Chase le había ido a buscar y que mi hermano se había ido con él. Mis padres me regañaron por no impedírselo y luego decidieron que iríamos a buscarlo.
»Buscamos por las zonas cercanas, lo llamamos y nadie nos contestó. Fue entonces cuando vi la sangre, unas pocas gotas desperdigadas dirigiéndose hacia el bosque. Podría ser suya...
»Nos adentramos en el bosque llamándolo otra vez, pero no encontramos nada y mi hermano seguía si contestar a las llamadas. Al final desistimos y volvimos a casa. Mi madre le ha comentado el caso a la policía. Van a, ¿cómo se dice? Ah, sí “peinar la zona” —relató Marina.

Anne asintió enterada, aunque la última expresión le llamó la atención, ya que no la conocía. Pero supuso que tendría que ver con explorar la zona y buscar señales de él.

No tardaron mucho en llegar a casa de Marina, pues ellas vivían bastante cerca la una de la otra, y en cuanto llegaron, una mujer que estaba echando comida a unas gallinas, se giró hacia ellas y se acercó. Se trataba de Elena, la madre de Marina.

—Hola, hija, deja que te lleve yo la cesta a casa. —propuso la mujer, amable. Marina le entregó la cesta y le dio las gracias.

—De nada. Buenos días, Anne. —dijo la madre de Marina y entró en una casa pequeña que estaba casi pegada al corral.

Marina y Anne siguieron a la madre de Marina al interior de la casa hasta la cocina, allí Anne dejó su cesta y Marina preguntó a su madre.

—¿Mamá, se puede quedar Anne a comer? 

—Por mi sí, pero no sé si tu padre aceptará —contestó Elena. Justo en ese instante un hombre entró en la cocina.

—¿Qué es lo que no sabes si voy a aceptar, Elena? —se interesó él.

—Bueno, nuestra hija quería saber si su amiga Anne podía quedarse a comer —le explicó su esposa. El hombre miró a Anne y ella mostró una sonrisa inocente.

—Si quiere, que se quede. — Concedió y entonces reparó en la cesta que Anne había dejado en el suelo. — Marina, ¿por qué no acompañas a Anne a su casa para que deje lo que ha recogido? —dijo.

—Sí, claro. —contestó ella.

Anne y Marina salieron de la casa de esta y se dirigieron a la de Anne en completo silencio. Marina estaba más alegre pero no parecía tener ganas de hablar, cosa bastante normal considerando lo ocurrido con su hermano.

En cuanto llegaron ella sonrió y dijo:

—Gracias.

—¿Gracias por qué? —preguntó Anne, mientras entraban en su casa.

—Por animarme, sobre todo después de lo que te ocurrió. —contestó ella

—Supongo que te refieres, a la muerte de mis padres. La verdad es que el hecho me ha afectado mucho, quizá demasiado —intuyó Anne y dejó la cesta en la entrada. Ahora mismo no le apetecía ir hasta la cocina. Pero Marina negó la cabeza, ella lo encontraba normal. Si estuviera en su lugar quizás haría lo mismo.

—No te ha afectado tanto como tú crees. Solo te has deprimido un poco. Cosa bastante normal considerando como lo has vivido —le aclaró entonces, su amiga.

Anne miró a Marina extrañada, ¿qué quería decir ella con eso de como lo había vivido? Anne solo había visto los cuerpos de sus padres en el suelo con una marca en el cuello y restos de sangre, nada más. Al igual que la mayor parte de los familiares y amigos de la gente que había muerto.

—Marina, ¿a qué te refieres con eso de como lo he vivido? —Preguntó Anne, tenía la sensación de que algo se le había escapado pero, ¿qué?

—Pues a que… No debe de ser nada bueno ver morir a sus padres. — Contestó Marina.

Anne se quedó helada, ¿había oído bien? ¿Realmente Marina había dicho que Anne había visto morir a sus padres? Eso era imposible. Si ella hubiera visto a sus padres morir lo recordaría.

Además a sus padres los habían asesinado unos vampiros, ¿si los hubiera visto no se supone que ella también estaría muerta?

—¿Anne? ¿Te encuentras bien? —Se preocupó Marina, ya que su amiga se había quedado tan blanca como la cal.

—Sí, será mejor que volvamos a tu casa —contestó Anne, en cuanto se repuso.

—Sí, ya falta poco para la hora de comer. — Coincidió Marina y salieron de la casa de Anne para dirigirse a la de Marina. Anne no paraba de darle vueltas a lo ocurrido. No entendía por qué no recordaba cómo habían muerto sus padres, ni cómo se había salvado ella.

Mientras reflexionaba recordó una historia que le había contado Jaymie hace mucho tiempo.

Todo había ocurrido hace un año, quizá dos y había sido justo después de que Jaymie le contara por primera vez que eran los seyens.

Jaymie y Anne se hallaban en el campo, sentadas y rodeadas de flores primaverales, era de noche y no había ninguna luz aparte de la que la luna llena reflejaba sobre la piel de Jaymie, la cual ayudaba a darle un aspecto casi divino. Jaymie le estaba relatando a Anne como un seyen había salvado a una humana, mientras sus compañeros derrotaban a los monstruos, que habían intentado matarla.


Cuando el Seyen distinguió lo que parecía la casa de la humana bajó y se posó en el suelo, enfrente de esta. Soltó a la humana, que abrió la boca para hablar, pero antes de que ella pudiera hacerle ninguna pregunta él se adentró en su mente e hizo desaparecer todo lo que tuviera que ver con el ataque que había sufrido la mujer. Luego de eso se fue a tal velocidad que ella no lo vio irse. Solo sintió una corriente de aire —relató Jaymie.

Anne dejó que el recuerdo se esfumara por sí solo, ahora lo entendía todo.

Ella había sido atacada por unos vampiros, sus padres habían muerto en el ataque, pero ella había sobrevivido.

Había sobrevivido porque la había salvado un seyen y no recordaba nada porque ese seyen le había borrado la memoria.

Anne solo conocía a un seyen que la apreciara lo suficiente para hacer eso. Jaymie.
Sin embargo aún había algo que Anne no lograba entender ¿Por qué Jaymie le había borrado la memoria?

Solo había un lugar donde podría hallar la respuesta a esa pregunta y a otras más que tenía: La casa de Jaymie.

Anne decidió que esta tarde iba a ir a casa de Jaymie, a buscar respuestas a sus preguntas....

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